Seguramente habréis escuchado la noticia en vuestro noticiero de radio o televisión favorito. En caso contrario, yo os hago un pequeño resumen. Antes que nada, presentar al protagonista, que por mucho que sea deportista profesional, no todo el mundo tiene porqué conocerlo.
Éver Banega, de nacionalidad argentina y 23 años de edad, es un futbolista que actualmente milita en las filas del Valencia Club de Fútbol. En su palmares figuran la Copa Libertadoresen 2007 con Boca Júniors; los juegos olímpicos de Pekín con la selección albiceleste y el Campeonato de España–Copa de Su Majestad el Rey de Fútbol en 2008 con el equipo ché.
Pues bien, resulta que este domingo tuvo que entrenarse en solitario. No viajó a Barcelona con sus compañeros para enfrentarse al conjunto azulgrana debido a unas molestias en la rodilla derecha. Saliendo de la ciudad deportiva donde se ejercitó, Éver tuvo queparar a repostar en la gasolinera de un centro comercial próximo.
La mala fortuna hizo que el medio centro se olvidara de dejar el freno de mano puesto, con lo que su propio coche se le vino encima cuando se hallaba en el exterior del vehículo, en lo que la prensa deportiva ha tenido a bien en bautizar como un autoatropello en toda regla.
El pie izquierdo quedó atrapado entre una rueda y un bordillo, produciendo una fractura de tíbia y peroné en el tercio distal (es decir, cerca del tobillo). El pronóstico del jugador es especialmente grave, ya que la fractura no es limpia, el hueso se ha astillado y se han desprendido fragmentos.
Será operado este lunes, cuando se le alinearán los huesos rotos con un clavo intermedio en la tibia, fijado mediante tornillos transversales. Después de la intervención se realizará una estimación más precisa del tiempo de baja, pero se teme que no bajará de los seis meses en el dique seco.
Tratándose de un jugador de fútbol, podríamos pensar que el caso es especialmente delicado: las piernas son su herramienta de trabajo. No obstante, una fractura de este tipo complicaría la vida de prácticamente cualquier persona, deportista profesional o no.
Si no fuera porque el chico se ha hecho daño, el caso podría llegar a tener cierta gracia. Por lo menos, da pie a titulares tan sorprendentes como el que encabeza el presente articulo.
Sin embargo, no hay que olvidar que lo ocurrido no es ni más ni menos que un accidente de tráfico. Porque los accidentes de tráfico no terminan cuando se apaga el motor. O lo que es lo mismo, la seguridad vial no se acaba en el momento en que el propulsor de nuestro vehículo deja de girar.
Como la mayoría de accidentes de tráfico, lo que le ha sucedido a Banega no es accidental. Ha sido el resultado de la conjunción de una pequeña imprudencia (en este caso, un descuido) con algo de mala suerte.
La mayoría de incidentes con vehículos (y, me atrevería a decir, en la vida en general) responde a este patrón. Algo que, voluntaria o involuntariamente, no se hace bien que se mezcla con algo de mala suerte y acaba teniendo consecuencias exageradas.
Ocurrió en una gasolinera y se estará seis meses de baja. Se recuperará, eso le deseamos. Lo malo es recordar que cuando la mala suerte se alían la mala suerte con una imprudencia de tráfico, muchas veces las consecuencias son bastante peores que seis meses de baja…