Voy a contaros un caso que me ocurrió recientemente con una de las motos que he probado enMotorpasión Moto. Como tratamos ya aquí, conducir las motos tiene una gran parte sensitiva ya que para ello utilizas completamente tu cuerpo y también, las reacciones que sufre la moto te las transmite también a lo largo de él. Es completamente diferente a conducir un coche y todo se percibe mucho mejor.
Pero subirse una semana en una moto y a la semana siguiente en otra completamente diferente en cuanto a postura, motor, potencia, estilo o segmento al que se destina a veces acaba despistando, e intentas aclimatarte lo más rápidamente posible y resetear tu cerebro antes de arrancar con un modelo nuevo, para que el anterior no influya.
Esto último era lo que pensaba que no había hecho al coger una de las motos de prueba ya que a los pocos metros y en el tercer giro en ciudad, las sensaciones que llegaban a mi cuerpo eran muy extrañas. La moto no giraba bien, daba la sensación de hundirse de atrás y no cargar suficiente peso en la rueda delantera, pero antes había probado un scooter y ahora estaba con una deportiva, vamos, como bajarse de un utilitario y subirse a un coche tres veces más potente.
Salí de la ciudad rumbo a mi casa. Por la carretera y en las curvas, ya inmerso en la prueba, notaba como la moto se movía más de la cuenta. Modificaba mi postura hacia adelanta o atrás en las curvas pero nada, no transmitía suficiente confianza. ¿Estaría haciendo algo mal? ¿Sería muy brusco con el gas o el cambio? ¿La llevaría en un régimen de motor inadecuado?
Sólo hay unos 15 kilómetros hasta mi garaje pero esa noche le di bastantes vueltas. Algo no me cuadraba, pero la moto está completamente nueva, con menos de 150 kilómetros y recién sacada del concesionario para prestármela. Nada, nada… paranoias mías, a dormir que mañana toca probarla en todas las condiciones.
Al día siguiente la cosa no mejoró, con el paso de los kilómetros me fui acostumbrando a sus reacciones pero me extrañaba que fuese realmente tan mal. Lo primero que se me pasó por la cabeza es que las suspensiones estuviesen mal ajustadas y desequilibradas ya que rebotaban, no copiaban bien el asfalto… pero sin los reglajes de origen es complicado comparar así que mejor no tocar nada y acabar la prueba.
Esa tarde, al llegar a casa, mi cabeza seguía diciendo que no, que algo no iba bien. Saqué el manómetro digital que siempre llevo en el coche (no me fio de los de las gasolineras, fallan más que una escopeta de feria) y me dispuse a mirar las presiones. El fabricante recomendaba según una inscripción en la moto, 2,3 y 2,5 delante y detrás respectivamente. Al medirla, mi sorpresa fue mayúscula: el manómetro marcaba 1,5 y 1,8 respectivamente, es decir, 0,8 menos de presión en cada rueda.
Menos mal que llevaba el casco porque si no todavía me dolería la frente después del cabezazo que le di a la pared por idiota. Primero, por no preguntar en el concesionario si las presiones estaba revisadas recientemente (en una moto, como mínimo, una vez a la semana si se usa habitualmente y si no, cada vez que se va a salir a rodar) y segundo, por no haberlas comprobado yo mismo al primer indicio que tuve de que algo iba mal.
Pero lo bueno es que de todo se aprende, y de esta experiencia he aprendido que si hay dudas, lo mejor es parar y revisar la moto completamente aunque sea nueva, o acabe de salir de un taller, o por lo que sea. Hay que fiarse de uno mismo y si no se va cómodo, parar y mirar que ocurre. Sobre todo si hay movimientos en la moto, casi con toda seguridad venga de una presión incorrecta en las ruedas, algo muy peligroso. Y es que solo tenemos dos ruedas en contacto con el asfalto, y si falla una… no nos queda más remedio que hablar con el Circo del Sol para que nos contraten, en el mejor de los casos…